Prueba

Qué maravilla de celebración la ocurrida la semana pasada en la Villa y Corte. Los obispos, el Papa, todo el tropel y la parafernalia católica, romana e hispana, no fue sino el patronato, la pasta, los medios financieros, la generosa cesión de valiosísimos derechos de representación en proporción a su inmensa importancia histórica para la Patria, innegable para todos excepto para aquellos que en el fondo abominan de la Patria. Ni menos ni tampoco más, amigos. La idea y las decisiones no partieron de la curia, no, partieron del cogollo, de lo mejor de lo mejor de la capa basal del Estado, de la plebe proletaria, sí, en su sentido etimológico y más noble -el de aquella clase social que, sin especiales derechos ni prebendas, encarna toda la fuerza potencial del Estado, que es la producción y dotación de una prole ¡se dice pronto! -: las familias organizadas políticamente, con conciencia de clase. ¿Puede haber una manera mejor de inaugurar esta pequeña bitácora que ensalzando su iniciativa? ¡Viva nuestra hispana plebs! Y feliz año nuevo a todos.